Uso del cociente de dígitos 2D:4D como marcador biológico de trastornos específicos del lenguaje | Anales de Pediatría
On octubre 12, 2021 by adminIntroducción
El cociente de dígitos 2D:4D es el cociente entre la longitud del dedo índice y el anular y un marcador indirecto de androgenización en el primer trimestre de la gestación. Un cociente 2D:4D más bajo refleja la exposición prenatal a niveles más altos de testosterona, lo que se traduce en un cociente bajo en los niños y alto en las niñas.1 Varios estudios han demostrado una asociación entre los niveles prenatales de testosterona y el desarrollo de los hemisferios cerebrales, induciendo la maduración del hemisferio derecho o la aceleración de la muerte celular programada en el hemisferio izquierdo.2 Estas asimetrías en la estructura cerebral afectan a diversas funciones cognitivas, entre ellas el lenguaje.3 Así, varios estudios han demostrado el importante papel de la testosterona y otras hormonas prenatales en la presencia de dimorfismo sexual en el desarrollo de las habilidades espaciales4 y del lenguaje,5 especialmente en las áreas de vocabulario y fluidez.6
Tomando en consideración esta asociación entre la androgenización prenatal y el desarrollo del lenguaje, Geschwind y Galaburda7 plantearon la hipótesis de que una mayor exposición prenatal a la testosterona se asociaría con una mayor incidencia de trastornos del lenguaje y del aprendizaje en individuos masculinos en comparación con los femeninos.8 Aunque varios estudios apoyan esta hipótesis,9,10 los resultados de otros estudios la contradicen, tanto en individuos con y sin trastornos.7,11-13 Además, los estudios que han encontrado evidencias de esta asociación no han podido establecer con firmeza la dirección del efecto, es decir, si los problemas de lenguaje se asocian a una mayor o menor proporción de dígitos 2D:4D, ni en la población general ni en la clínica.14
Los hallazgos contradictorios de los estudios anteriores exigen seguir investigando la asociación entre el grado de androgenización y los diferentes problemas de lenguaje, así como el papel de la inteligencia no verbal en esta asociación. En este sentido, sería clave estudiar esta relación en relación con el deterioro específico del lenguaje (SLI), ya que los individuos afectados tienen problemas de lenguaje en ausencia de otras alteraciones del desarrollo.15 Además, no conocemos estudios sobre este tema en individuos con SLI, y el establecimiento de una asociación entre el ratio 2D:4D y el SLI proporcionaría un marcador biológico útil que contribuiría al diagnóstico y tratamiento precoz del SLI.
Los niños con SLI presentan dificultades en el lenguaje en ausencia de las causas que habitualmente explican estos problemas, como la discapacidad intelectual, el daño cerebral, los problemas auditivos o los problemas socioemocionales.15 Su lenguaje se caracteriza principalmente por deficiencias en la morfología y la sintaxis, aunque también pueden presentar problemas en el vocabulario expresivo y en el habla.16 Los estudios de neuroimagen de individuos con SLI han mostrado una desviación del patrón normal de asimetría volumétrica de los hemisferios cerebrales17 que podría explicarse por la exposición prenatal a altos niveles de testosterona.3,18,19
Además, varios estudios han encontrado una asociación entre el SLI y varios trastornos del comportamiento,20-22 y se sabe que la androgenización prenatal aumenta el comportamiento agresivo en todas las especies en las que se ha estudiado esta asociación, incluidos los primates.23 Por lo tanto, en los niños con SLI, el aumento de la exposición prenatal podría explicar el deterioro del lenguaje, así como los problemas de conducta, que serían consecuencia del aumento de la agresividad.
Con el fin último de identificar un marcador biológico del SLI y con la hipótesis de que existe una correlación entre la proporción de dígitos 2D:4D y el desarrollo del lenguaje y la conducta adaptativa, realizamos un estudio con los siguientes objetivos: a) comparar las proporciones de dígitos 2D:4D en niños con SLI frente a niños con un desarrollo normal del lenguaje, b) describir los problemas de conducta asociados a la presencia de alteraciones del lenguaje, y c) analizar la correlación entre la proporción de dígitos 2D:4D y las conductas agresivas en niños con SLI.
Participantes y métodosParticipantes
La muestra consistió en 33 participantes, todos ellos niños de 5 a 8 años, divididos en 2 grupos. El grupo de casos incluía inicialmente a 17 niños con SLI (trastorno específico del lenguaje o trastorno del lenguaje según los criterios del DSM-5), pero 2 de ellos tuvieron que ser excluidos a posteriori, uno por la presencia de descargas epileptiformes en un electroencefalograma posterior, y el otro por puntuar en el percentil 13 en el test de Raven, ya que es uno de los criterios de exclusión para el diagnóstico de SLI. La edad media de los casos era de 6,19 años. Todos eran hablantes bilingües de catalán y español y residían en Mallorca (Islas Baleares). El grupo de control estaba formado por 16 niños residentes en la misma isla, también bilingües, de un nivel socioeconómico similar y con un índice de masa corporal similar. La edad media del grupo de control fue de 6,69 años.
Para comprobar que se cumplían los criterios diagnósticos del SLI, se evaluó a todos los niños de la muestra con la Evaluación Clínica de los Fundamentos del Lenguaje-4, Edición Española (CELF-4)24 y la inteligencia no verbal con el test de Matrices Progresivas Coloreadas de Raven.25 En cuanto a la audición, todos los casos tenían umbrales auditivos verificados inferiores a 30dB y resultados normales en el cribado auditivo neonatal (test de emisiones otoacústicas). Además, 23 de ellos tenían buenas puntuaciones en la prueba de cribado realizada por el Departamento de Educación a la edad de 6 años, y los otros 8 se habían sometido a una evaluación por parte de proveedores médicos sin evidencia de pérdida auditiva. Ninguno de los participantes había recibido un diagnóstico de trastorno genético con o sin afectación endocrinológica por parte del servicio de neurología pediátrica.
Evaluamos el índice de masa corporal, la edad y el cociente intelectual como potenciales variables de confusión, y no encontramos diferencias significativas entre los 2 grupos en ninguna de ellas. La tabla 1 presenta las características generales de los niños incluidos en la muestra.
Características de la muestra.
Grupo control | Grupo SLI | P | ||
---|---|---|---|---|
N | 15 | 16 | – | |
Sexo | Hombre | – | – | |
Edad | 6.69 (0,79) | 6,13 (1,12) | .12 | |
Índice de masa corporal | 15,87 (2,09) | 17,78 (3.37) | .06 | |
Inteligencia con Raven | 74,28 (16,70) | 57,56 (27,54) | .05 | |
Lenguaje con el CELF-4 | Puntuación total percentil | 70,50 (20,14) | 7,63 (6,18) | |
Conceptos y seguimiento de instrucciones | 9.56 (3,55) | 5,93 (2,57) | ||
Estructura de las palabras | 11.69 (2,15) | 5,40 (2,35) | ||
Recordar frases | 12.56 (2,19) | 6,27 (1,91) | ||
Frases formuladas | 13,13 (2,09) | 6.47 (1,92) |
Valores medios presentados con la desviación estándar entre paréntesis.
Antes de iniciar el estudio, se obtuvo el consentimiento informado de los padres de cada niño para su participación. El protocolo de investigación fue aprobado por el Comité de Ética de la Investigación de la Comunidad Autónoma de las Islas Baleares (el CEI-IB) con el nombre de expediente IB 2568/15 PI.
Materiales
Evaluamos el lenguaje mediante las subpruebas de lenguaje del CELF-4: conceptos y seguimiento de instrucciones, estructura de palabras, recuerdo de frases y frases formuladas.
Para evaluar la agresividad, se utilizó la versión española27 del Sistema de Evaluación de la Conducta para Niños (BASC).26 Esta prueba multidimensional mide varios aspectos de la conducta y la personalidad. En nuestro estudio, utilizamos la escala BASC P1 o BASC P2 (cuestionarios para los padres) en función de la edad del participante (P1 para los participantes de menos de 6 años y P2 para los de más de 6 años), que miden conductas desadaptativas (escalas clínicas: agresividad, hiperactividad, problemas de conducta, problemas de atención, problemas de aprendizaje, atipicidad, depresión, ansiedad, retraimiento y somatización), y conductas positivas (escalas adaptativas: adaptabilidad, habilidades sociales, liderazgo y habilidades de estudio). La prueba permite evaluar 5 medidas compuestas: problemas de exteriorización, problemas de interiorización, problemas escolares, habilidades de adaptación y un índice de síntomas conductuales.
Para calcular la proporción de dígitos 2D:4D, se escanearon las manos de los participantes con un escáner HP LaserJet Pro MFP M125nw a una resolución de 200 ppp.
Procedimiento
Un logopeda autorizado realizó todas las evaluaciones. El CELF-4 y el test de Raven se puntuaron como se especifica en sus respectivos manuales, y las puntuaciones brutas se transformaron en percentiles. Las escalas BASC P1 y P2 se puntuaron utilizando la herramienta web proporcionada por TEA Ediciones. Esta herramienta también se utilizó para calcular los índices de fiabilidad, validez y consistencia de la escala BASC para cada participante, y sólo se incluyeron en el análisis las respuestas que cumplían los estándares de calidad establecidos.
Se utilizó el mismo escáner para medir los dedos de todos los participantes, y cada mano se escaneó dos veces, incluyendo siempre la misma cuadrícula en una de las esquinas de la cama del escáner para asegurar que se aplicaba la misma escala en cada medición. Se pidió a cada niño que presionara las palmas de ambas manos contra el cristal de la cama del escáner con los dedos totalmente extendidos y separados para obtener una imagen nítida de los límites de cada falange. Una vez obtenida la imagen escaneada y guardada en formato jpg, se abrió en Adobe Photoshop para medir la longitud del segundo y el cuarto dedo de cada mano desde el punto medio del pliegue inferior del dedo hasta el punto medio de la punta distal. Dos personas midieron de forma independiente cada uno de los dedos de cada mano (el primer autor del artículo y una persona ajena al estudio que estaba familiarizada con el programa informático), y se calculó la media de las dos mediciones de cada dedo. Utilizamos estos valores medios para calcular la relación de la longitud del dedo índice (2D) y del dedo anular (4D) en cada mano.
Utilizamos estos valores para calcular la media y la desviación estándar de cada grupo para cada una de las mediciones. En el análisis comparativo, evaluamos la normalidad con el Shapiro-Wilk, y utilizamos la prueba t de Student para comparar las variables con una distribución normal y la prueba de Wilcoxon en caso contrario. Se utilizó el coeficiente de correlación de Pearson para analizar la asociación entre la proporción de dígitos 2D:4D y las diferentes variables de comportamiento. Definimos la significación estadística como un valor p inferior a 0,05 en cualquiera de las pruebas.
ResultadosVariables biológicas
La Fig. 1 muestra los ratios de dígitos 2D:4D calculados para ambas manos. Encontramos valores significativamente mayores para la mano derecha en el grupo de niños con SLI.
Relación de dígitos 2D:4D. Las barras representan la media y las barras de error la desviación estándar.
Sólo 3 niños del grupo de control y 1 del grupo SLI eran zurdos. No encontramos diferencias estadísticamente significativas en la proporción de dígitos 2D:4D para ambas manos entre los niños zurdos y diestros, ni tampoco encontramos diferencias estadísticamente significativas en la proporción de dígitos 2D:4D para ambas manos entre los grupos SLI y de control al observar únicamente a los niños zurdos o únicamente a los niños diestros.
Variables conductuales
Encontramos diferencias estadísticamente significativas en las escalas del BASC que evaluaban los problemas de atención, la somatización, las habilidades sociales y el liderazgo, y ninguna diferencia en las escalas restantes (Fig. 2). En cuanto a las escalas compuestas (Fig. 3), sólo encontramos diferencias estadísticamente significativas en las escalas de problemas de interiorización y habilidades adaptativas.
Resultados de las escalas primarias de las escalas de valoración de los padres del BASC. Las barras representan la media y las barras de error la desviación estándar.
Resultados de las escalas compuestas de las escalas de valoración de los padres del BASC. Las barras representan la media y las barras de error la desviación estándar.
Correlación entre el índice 2D:4D y las variables conductuales
El índice 2D:4D derecho se correlacionó negativamente con las habilidades lingüísticas, pero no con la inteligencia, como puede verse en la Tabla 2. Los dos índices biológicos estaban correlacionados positivamente.
Coeficientes de correlación de Pearson (r) para la comparación de las variables lingüísticas y cognitivas y las variables biológicas.
CELF-4 | Test de Raven | Derecha 2D:4D | Izquierda 2D:4D | |
---|---|---|---|---|
CELF-4 | 1 | |||
Prueba de Raven | 0.397* | 1 | ||
Derecha 2D:4D | -0,446* | -0.329 | 1 | |
Izquierda 2D:4D | -0,221 | -0,127 | 0.651** | 1 |
P
P
Como puede verse en la Tabla 3, la proporción de dígitos 2D:4D no se asoció con ninguna de las variables de comportamiento. Sin embargo, las variables cognitivas y lingüísticas se asociaron con algunas variables conductuales. Encontramos que los resultados en el test de Raven se correlacionaron negativamente con las puntuaciones en la escala compuesta del índice de síntomas conductuales y las escalas clínicas de problemas de atención y depresión del BASC.
Coeficientes de correlación de Pearson (r) para la comparación de variables lingüísticas, cognitivas y conductuales.
BASC | CELF-4 | Test de Raven | Derecha 2D:4D | Izquierda 2D:4D |
---|---|---|---|---|
Escalas primarias | ||||
Agresión | 0.084 | -0.247 | -0.163 | -0.022 |
Hiperactividad | -0.298 | -0.252 | 0,219 | 0,261 |
Problemas de conducta | -0,094 | -0,282 | 0,022 | 0.100 |
Problemas de atención | -0,530** | -0,388* | -0,014 | 0,009 |
Atipicidad | -0.177 | -0.039 | -0.072 | -0.075 |
Depresión | -0.350 | -0.394* | -0.081 | -0,129 |
Ansiedad | -0,157 | -0,078 | -0,066 | 0,011 |
Retirada | -0.310 | -0.325 | 0.212 | 0.032 |
Somatización | -0.377* | -0.236 | -0.103 | -0.169 |
Adaptabilidad | 0.179 | 0.347 | -0.106 | -0.110 |
Habilidades sociales | 0.505** | 0.218 | -0.081 | 0.123 |
Liderazgo | 0.544* | 0,378 | -0,144 | -0,012 |
Escalas compuestas | ||||
Problemas de exteriorización | -0.140 | -0.320 | 0.056 | 0.143 |
Problemas de interiorización | -0.394* | -0.329 | -0.092 | -0.117 |
Habilidades de adaptación | 0.489** | 0.305 | -0.095 | 0,046 |
Índice de síntomas conductuales | -0,410* | -0,424* | -0,033 | 0.037 |
P
P
Cuando se trata de la asociación entre la medida de evaluación del lenguaje y las variables de comportamiento, encontramos una correlación positiva entre la escala compuesta de habilidades adaptativas del BASC y las habilidades lingüísticas. También encontramos una asociación del lenguaje con las escalas primarias de liderazgo y habilidades sociales que dan lugar a esta escala compuesta. También hubo una correlación, aunque negativa, entre las habilidades lingüísticas y la escala compuesta de problemas de interiorización, que fue confirmada por la correlación negativa con las escalas primarias de somatización y depresión. Por último, las puntuaciones en la escala compuesta del índice de síntomas conductuales también se correlacionaron negativamente con las habilidades lingüísticas, lo que se confirmó por la correlación negativa con las puntuaciones en la escala primaria de problemas de atención. No encontramos una asociación entre ninguna de las dimensiones del lenguaje evaluadas con las puntuaciones en la escala compuesta de problemas de exteriorización o las escalas primarias de agresión, hiperactividad o problemas de conducta.
Discusión
Nuestros resultados sugieren que es posible que los problemas de lenguaje de los niños con SLI estén asociados con una menor exposición prenatal a la testosterona, según los valores de la proporción de dígitos de la mano derecha. No encontramos una asociación con la proporción de dígitos de la mano izquierda, lo que coincide con estudios anteriores.9,10 Por lo tanto, nuestros resultados contradicen la hipótesis de Geschwing-Galaburda7 y los de otros estudios que encontraron una menor proporción de dígitos 2D:4D en individuos (con y sin TEA, deterioro cognitivo o SLI, entre otros) con peores habilidades lingüísticas (especialmente en las áreas de habla y vocabulario, sin diferencias en la empatía).9,10,12
En nuestro estudio, la exposición prenatal a niveles más bajos de testosterona se asoció con una mayor probabilidad futura de desarrollar un deterioro específico del lenguaje en ausencia de deterioro cognitivo, especialmente relacionado con la morfología y la sintaxis en contraposición al habla y/o el vocabulario. Por lo tanto, nuestros resultados fueron similares a los comunicados por Manning et al.14 en el sentido de que los niños con trastornos del lenguaje en ausencia de trastornos cognitivos tenían proporciones de dígitos superiores a las normales.
Varios estudios anteriores11,13,14 ya han puesto de manifiesto la complejidad de la asociación entre la androgenización y diversos problemas de lenguaje y comunicación. Por ejemplo, Albores et al.,9 que analizaron la asociación entre la proporción 2D:4D y varias medidas del desarrollo del lenguaje, no encontraron una correlación significativa entre esta proporción y el retraso del lenguaje. Sin embargo, sí encontraron una correlación significativa entre la proporción de dígitos 2D:4D de la mano derecha y los problemas del habla.9 Por otro lado, otros autores han propuesto que la asociación entre la exposición prenatal a la testosterona y las habilidades lingüísticas puede no ser lineal y puede variar entre individuos masculinos y femeninos.4 Por ejemplo, Burton et al.4 descubrieron que los hombres que habían estado expuestos a niveles más altos de testosterona prenatalmente (relación 2D:4D más baja) mostraban un deterioro más grave de las habilidades lingüísticas y espaciales, mientras que las mujeres que habían estado expuestas a niveles más bajos de testosterona (relación 2D:4D más alta) mostraban las habilidades lingüísticas y espaciales más pobres. También hay pruebas de estos complejos patrones de asociación en la población clínica. Así, Manning et al.14 encontraron una relación de dígitos 2D:4D más baja en niños con TEA y deterioro cognitivo, mientras que los niños que tenían TEA sin deterioro cognitivo (o incluso con una inteligencia superior a la media) tenían una relación de dígitos 2D:4D superior a la normal.
Cuando se trata de variables conductuales, nuestro estudio también encontró que, en general, los niños con SLI tienen peores habilidades sociales y de liderazgo, más problemas de atención y una mayor tendencia a la somatización, es decir, una mayor tendencia a internalizar los problemas y peores habilidades de adaptación, lo que probablemente tiene un impacto negativo en sus relaciones sociales, rendimiento académico y bienestar psicológico. Nuestros resultados coinciden con los de estudios anteriores.21,22,28,29 Por ejemplo, Valera-Pozo et al.30 también encontraron diferencias significativas entre un grupo de preadolescentes con SLI y otro grupo con desarrollo normal del lenguaje en las medidas de habilidades sociales, liderazgo y habilidades adaptativas reportadas por los profesores de forma.
Sin embargo, en base a nuestros hallazgos, los niños de 5 a 8 años con SLI no tienden generalmente a ser agresivos. Del mismo modo, no muestran ninguna tendencia a mostrar un comportamiento anormal o problemas de conducta. Esto también ha sido confirmado por algunos estudios en la literatura,20 que han destacado la ausencia de agresión como una característica conductual distintiva de los niños con SLI.
Por último, nuestro estudio muestra que los niveles de testosterona intrauterina no parecen tener un efecto sobre ningún criterio de valoración conductual. Sin embargo, sí encontramos una correlación entre varias dimensiones del comportamiento, el nivel de desarrollo del lenguaje y el nivel de inteligencia, lo que sugiere que las habilidades lingüísticas tienen un mayor impacto en el comportamiento que los niveles de testosterona intrauterina. Por lo tanto, parece que los problemas de comportamiento de los niños con SLI no son el resultado de la androgenización prenatal, sino que están mediados por sus dificultades lingüísticas. En otras palabras, los problemas de lenguaje en los niños con SLI se traducirían en el desarrollo de menos relaciones sociales y, por tanto, en un pobre desarrollo de las habilidades sociales. Esta falta de habilidades sociales generaría ansiedad ante la interacción social, así como depresión, pues estos niños desearían tener relaciones pero no sabrían cómo desarrollarlas. A su vez, esto llevaría a problemas de interiorización (somatización), ya que las dificultades de comunicación impedirían a estos niños exteriorizar estos problemas. Esta hipótesis está apoyada en parte por varios estudios previos con características y resultados similares.28,30,31
Los hallazgos de este estudio deben interpretarse con cautela debido a una serie de limitaciones: el pequeño tamaño de la muestra, que si bien es común en este tipo de estudios, limita sus conclusiones; el hecho de no haber tenido acceso a un grupo de niñas con SLI y al correspondiente grupo control para comparar los resultados con la muestra masculina, y no haber recogido información más detallada sobre los niveles hormonales durante la gestación. Sería deseable realizar más investigaciones sobre este tema teniendo en cuenta estas limitaciones.
Conclusiones
En base a nuestros hallazgos, la exposición prenatal a niveles más bajos de testosterona (mayor proporción 2D:4D) se asocia con un mayor riesgo de desarrollar un trastorno específico del lenguaje en los niños. El nivel de testosterona intrauterino no parece estar asociado con los diferentes aspectos de la conducta social que están alterados en los niños con SLI (problemas de atención, depresión, somatización, habilidades sociales, liderazgo, problemas de interiorización y habilidades adaptativas), aspectos que, por otro lado, podrían explicarse por las habilidades lingüísticas y el nivel de inteligencia de los niños con SLI.
Conflictos de intereses
Los autores no tienen conflictos de intereses que declarar.
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