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Después de que Cartman se meta en problemas en la escuela (obligando a otro estudiante a una situación similar a la de Saw por burlarse de su peso), Liane admite que ya no puede controlar a su hijo. Recurre a Nanny 911 y a Supernanny, pero sus intentos de cambiar el comportamiento de Cartman son infructuosos, con Cartman acosando psicológicamente a Nanny Stella sobre su decisión de no tener hijos y Jo Frost terminando en un hospital psiquiátrico sollozando y comiendo sus propios excrementos mientras grita «¡Es del infierno!».

Desesperada, Liane recurre a César Millán, el Susurrador de Perros. En lugar de tratar a Cartman como a un niño humano, Millan utiliza técnicas de adiestramiento de perros que resultan extremadamente efectivas, dejando a Cartman intensamente frustrado. Después de un tiempo, el comportamiento de Cartman mejora, aunque él mismo siente que no tiene el control de sus propias acciones. Mientras Liane disfruta de su estilo de vida más flexible, Cartman planea matar a su madre, aunque no puede llevar a cabo su plan.

Con el comportamiento de Cartman ya controlado, Millan vuelve para una última visita. Liane le da las gracias y le invita a una excursión, que él rechaza porque la ve como una clienta y no como una amiga. Como su hijo ya era su amigo, Liane le pide a Cartman que la acompañe en la excursión. Después de que él se niegue, Liane convence a Cartman para que pase tiempo con ella, diciéndole que puede tener todo lo que desee, y Cartman vuelve a la normalidad, con una inquietante sonrisa en su rostro.