Sistema excretor

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El sistema excretor es un sistema de órganos que elimina los productos de desecho del cuerpo. Cuando las células del cuerpo descomponen las proteínas (moléculas grandes que son esenciales para la estructura y el funcionamiento de todas las células vivas), producen desechos como la urea (un compuesto químico de carbono, hidrógeno, nitrógeno y oxígeno). Cuando las células descomponen los hidratos de carbono (compuestos formados por carbono, hidrógeno y oxígeno y utilizados como alimento), producen agua y dióxido de carbono como productos de desecho. Si se permite que estos productos de desecho inútiles se acumulen en el cuerpo, se volverían peligrosos para la salud del organismo. Los riñones, considerados los principales órganos excretores del ser humano, eliminan el agua, la urea y otros productos de desecho del cuerpo en forma de orina.

Otros sistemas y órganos del cuerpo también participan en la excreción. El sistema respiratorio elimina el vapor de agua y el dióxido de carbono mediante la exhalación (el proceso de exhalación). El sistema digestivo elimina las heces, los desechos sólidos no digeridos de la digestión, mediante un proceso llamado defecación o eliminación. La piel también actúa como órgano de excreción al eliminar agua y pequeñas cantidades de urea y sales (en forma de sudor).

Sistema urinario

Los riñones son órganos con forma de judía situados en la parte baja de la espalda, cerca de la columna vertebral. El riñón izquierdo está ligeramente más alto que el derecho. El tamaño de un riñón adulto es de aproximadamente 4 pulgadas (10 centímetros) de largo y 2 pulgadas (5 centímetros) de ancho. Para mantener la vida humana, es necesario que al menos uno de los riñones funcione correctamente.

La sangre transporta los productos de desecho a los riñones a través de la arteria renal. Dentro de cada riñón, la sangre es transportada a 1,2 millones de unidades de filtrado llamadas nefronas. Las células de las nefronas toman la parte líquida de la sangre y filtran las impurezas (urea, sales minerales y otras toxinas). Las sustancias necesarias, como ciertas sales, agua, glucosa (azúcar) y otros nutrientes, se devuelven al torrente sanguíneo a través de la vena renal.

El líquido que contiene residuos y que permanece en las nefronas se llama orina. La orina está compuesta en un 95 por ciento por agua, en la que se disuelven los productos de desecho. Un par de tubos llamados uréteres llevan la orina desde los riñones hasta la vejiga urinaria. Cada uréter mide entre 40 y 45 centímetros de largo. La vejiga es una bolsa muscular hueca situada en la pelvis que está colapsada cuando está vacía, pero tiene forma de pera y está distendida cuando está llena. La vejiga de un adulto puede contener más de 2 tazas (0,6 litros) de orina. La vejiga vacía la orina en la uretra, un conducto que conduce al exterior del cuerpo. En los hombres, la uretra mide unos 20 centímetros de largo. En las mujeres, mide menos de 5 centímetros. Un músculo esfínter alrededor de la uretra en la base de la vejiga controla el flujo de orina entre ambas.

El volumen de orina excretado es controlado por la hormona antidiurética (ADH), que es liberada por la glándula pituitaria (una pequeña glándula situada en la base del cráneo). Si una persona transpira mucho o no bebe suficiente agua, unas células nerviosas especiales del hipotálamo (una región del cerebro que controla la temperatura corporal, el hambre y la sed) detectan la baja concentración de agua en la sangre. A continuación, envían una señal a la glándula pituitaria para que libere ADH en la sangre, donde viaja hasta los riñones. Con la presencia de ADH, los riñones reabsorben más agua de la orina y la devuelven a la sangre. De este modo, se reduce el volumen de orina. Por otro lado, si un individuo ingiere demasiada agua, la producción de ADH disminuye. Los riñones no reabsorben tanta agua y el volumen de orina aumenta. El alcohol inhibe la producción de ADH y, por tanto, aumenta la producción de orina.

Trastornos urinarios

Los trastornos del tracto urinario (riñones, uréteres, vejiga y uretra) incluyen las infecciones del tracto urinario (ITU). Un ejemplo es la cistitis, una enfermedad en la que las bacterias infectan la vejiga urinaria, provocando una inflamación. La mayoría de las ITU se tratan con antibióticos. A veces se forman cálculos renales, cristales sólidos de sal, en el tracto urinario. Los cálculos renales pueden obstruir las vías urinarias y causar dolor intenso y sangrado. Si no salen del organismo de forma natural, el médico puede extraerlos quirúrgicamente o desintegrarlos mediante ondas de choque.

La insuficiencia renal crónica es la pérdida permanente de la función renal. La hemodiálisis y el trasplante de riñón son dos tratamientos médicos para esta enfermedad. En la hemodiálisis, un dispositivo de riñón artificial limpia la sangre de desechos. Durante el procedimiento, se extrae sangre de una arteria del brazo del paciente y se hace pasar por un tubo semipermeable (que permite el paso de ciertos materiales a través de sus lados). El tubo se sumerge en una solución. A medida que la sangre pasa por el tubo, los desechos salen del tubo y pasan a la solución circundante. La sangre limpia vuelve al cuerpo. En un trasplante de riñón, un cirujano sustituye un riñón enfermo por un riñón de un donante muy parecido. Aunque cada año unas 23.000 personas en Estados Unidos esperan un riñón de un donante, menos de 8.000 reciben un trasplante de riñón.