¿Qué es la vergüenza tóxica?
On diciembre 13, 2021 by adminCuando la vergüenza se vuelve tóxica, puede arruinar nuestras vidas. Todo el mundo experimenta la vergüenza en algún momento. Es una emoción con síntomas físicos como cualquier otra que van y vienen, pero cuando es severa, puede ser extremadamente dolorosa.
Los sentimientos fuertes de vergüenza estimulan el sistema nervioso simpático, provocando una reacción de lucha/huida/congelación. Nos sentimos expuestos y queremos escondernos o reaccionar con rabia, a la vez que nos sentimos profundamente alejados de los demás y de las partes buenas de nosotros mismos. Puede que no seamos capaces de pensar o hablar con claridad y que nos consuma el autodesprecio, que empeora porque somos incapaces de deshacernos de nosotros mismos.
Todos tenemos nuestros propios desencadenantes específicos o puntos sensibles que producen sentimientos de vergüenza. La intensidad de nuestra experiencia también varía, dependiendo de nuestras experiencias vitales anteriores, las creencias culturales, la personalidad y el acontecimiento activador.
A diferencia de la vergüenza ordinaria, la «vergüenza internalizada» permanece y altera la imagen que tenemos de nosotros mismos. Es una vergüenza que se ha convertido en «tóxica», un término acuñado por primera vez por Sylvan Tomkins a principios de la década de 1960 en su examen académico del afecto humano. Para algunas personas, la vergüenza tóxica puede monopolizar su personalidad, mientras que para otras, se encuentra por debajo de su conciencia, pero puede desencadenarse fácilmente.
Características de la vergüenza tóxica
La vergüenza tóxica difiere de la vergüenza ordinaria, que pasa en un día o en unas horas, en los siguientes aspectos:
- Puede esconderse en nuestro inconsciente, de modo que no somos conscientes de que tenemos vergüenza.
- Cuando experimentamos vergüenza, ésta dura mucho más tiempo.
- Los sentimientos y el dolor asociados a la vergüenza son de mayor intensidad.
- No es necesario un acontecimiento externo para desencadenarla. Nuestros propios pensamientos pueden provocar sentimientos de vergüenza.
- Conduce a espirales de vergüenza que causan depresión y sentimientos de desesperanza y desesperación.
- Causa «ansiedad de vergüenza» crónica – el miedo a experimentar vergüenza.
- Se acompaña de voces, imágenes o creencias originadas en la infancia y se asocia con una «historia de vergüenza» negativa sobre nosotros mismos.
- No necesitamos recordar la fuente original de la vergüenza inmediata, que normalmente se originó en la infancia o en un trauma previo.
- Crea profundos sentimientos de inadecuación.
Creencias basadas en la vergüenza
La creencia fundamental que subyace a la vergüenza es que «no soy digno de ser amado – no soy digno de conexión». Normalmente, la vergüenza interiorizada se manifiesta como una de las siguientes creencias o una variación de las mismas:
- Soy estúpido.
- Soy poco atractivo (especialmente para una pareja romántica).
- Soy un fracaso.
- Soy una mala persona.
- Soy un fraude o un farsante.
- Soy egoísta.
- No soy suficiente (esta creencia puede aplicarse a numerosos ámbitos).
- Me odio a mí mismo.
- No importo.
- Soy defectuoso o inadecuado.
- No debería haber nacido.
- No soy digno de ser amado.
La causa de la vergüenza tóxica
En la mayoría de los casos, la vergüenza se interioriza o se vuelve tóxica a partir de experiencias crónicas o intensas de vergüenza en la infancia. Los padres pueden transferir involuntariamente su vergüenza a sus hijos a través de mensajes verbales o comportamientos no verbales. Por ejemplo, un niño puede sentirse poco querido como reacción a la depresión, la indiferencia, la ausencia o la irritabilidad de uno de sus padres, o sentirse inadecuado debido a la competitividad o al comportamiento excesivamente corrector de uno de ellos. Los niños necesitan sentirse únicamente queridos por ambos padres. Cuando esa conexión se rompe, como cuando un niño es regañado con dureza, los niños se sienten solos y avergonzados, a menos que el vínculo de amor entre padres e hijos se repare pronto. Sin embargo, aunque la vergüenza se haya interiorizado, puede superarse con experiencias positivas posteriores.
Si no se cura, la vergüenza tóxica puede provocar agresividad, depresión, trastornos alimentarios, TEPT y adicción. Genera baja autoestima, ansiedad, culpa irracional, perfeccionismo y codependencia, y limita nuestra capacidad para disfrutar de relaciones satisfactorias y del éxito profesional.
Podemos curarnos de la vergüenza tóxica y fortalecer nuestra autoestima. Para saber más sobre cómo hacerlo y los ocho pasos para sanar, lee Conquistar la vergüenza y la codependencia: 8 pasos para liberar tu verdadero yo.
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