Licantropía
On enero 17, 2022 by adminLicantropía, (del griego lykos, «lobo»; anthropos, «hombre»), trastorno mental en el que el paciente cree que es un lobo o algún otro animal no humano. Sin duda, estimulada por la superstición, antaño muy extendida, de que la licantropía es una condición sobrenatural en la que los hombres asumen realmente la forma física de hombres lobo u otros animales, el delirio ha sido más probable entre las personas que creen en la reencarnación y la transmigración de las almas. Por lo general, se considera que una persona adopta la forma de la bestia de presa más peligrosa de la región: el lobo o el oso en Europa y el norte de Asia, la hiena o el leopardo en África y el tigre en la India, China, Japón y otros lugares de Asia; pero también se mencionan otros animales. Tanto la superstición como el trastorno psiquiátrico están relacionados con la creencia en espíritus guardianes de animales, vampiros, totemismo, brujas y hombres lobo. El folclore, los cuentos de hadas y las leyendas de muchas naciones y pueblos muestran evidencias de la creencia licántropa.
Las historias de hombres que se convierten en bestias se remontan a la antigüedad. En algunas partes de la antigua Grecia, los mitos de los hombres lobo, presumiblemente procedentes de la prehistoria, se vincularon a la religión olímpica. En Arcadia, una región plagada de lobos, existía un culto al Lobo-Zeus. El monte Lycaeus era el escenario de una reunión anual en la que se decía que los sacerdotes preparaban un banquete de sacrificio que incluía carne mezclada con partes humanas. Según la leyenda, quien la probaba se convertía en lobo y no podía volver a convertirse en hombre si no se abstenía de comer carne humana durante nueve años.
Los romanos también conocían esta superstición. Los romanos llamaban versipellis («piel de lobo») a quien se suponía convertido en lobo por medio de hechizos o hierbas.
Las historias sobre el hombre lobo (en francés, loup-garou) eran muy creídas en Europa durante la Edad Media. Los forajidos y bandidos se aprovechaban de estas supersticiones llevando a veces pieles de lobo sobre sus armaduras. En aquella época, la gente era inusualmente propensa a desarrollar la ilusión de que ellos mismos eran lobos; los sospechosos de ser licántropos eran quemados vivos si eran condenados. Sólo en raras ocasiones se reconocía su condición como un trastorno psicológico. Aunque la superstición ya no es común, aún quedan rastros en algunas zonas primitivas y aisladas. Ver también hombre lobo.
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