La homosexualidad puede estar causada por modificaciones químicas del ADN
On enero 28, 2022 by admin«Baby, I was born this way», cantaba Lady Gaga en un éxito de 2011 que rápidamente se convirtió en un himno gay. De hecho, en las últimas dos décadas, los investigadores han encontrado considerables pruebas de que la homosexualidad no es una elección de estilo de vida, sino que está arraigada en la biología de una persona y, al menos en parte, determinada por la genética. Sin embargo, los «genes homosexuales» reales han sido esquivos.
Un nuevo estudio sobre gemelos masculinos, cuya presentación está prevista en la reunión anual de la Sociedad Americana de Genética Humana (ASHG) que se celebra hoy en Baltimore, Maryland, podría ayudar a explicar esa paradoja. Descubre que los efectos epigenéticos, modificaciones químicas del genoma humano que alteran la actividad de los genes sin cambiar la secuencia del ADN, pueden tener una gran influencia en la orientación sexual.
El nuevo trabajo, del laboratorio de Eric Vilain en la Universidad de California (UC), en Los Ángeles, es «emocionante» y «debería haberse realizado hace tiempo», dice William Rice, genetista evolutivo de la UC Santa Bárbara, que propuso en 2012 que la epigenética desempeña un papel en la orientación sexual. Pero Rice y otros advierten que la investigación es todavía preliminar y se basa en una muestra pequeña.
Los investigadores pensaron que estaban sobre la pista de los «genes gay» en 1993, cuando un equipo dirigido por el genetista Dean Hamer, del Instituto Nacional del Cáncer, informó en Science que uno o más genes de la homosexualidad tenían que residir en Xq28, una gran región del cromosoma X. El descubrimiento generó titulares en todo el mundo, pero algunos equipos fueron incapaces de replicar los hallazgos y los genes reales no han sido encontrados, ni siquiera por un equipo que reivindicó la identificación de Hamer de Xq28 en una muestra 10 veces mayor que la suya el año pasado. Los estudios sobre gemelos sugieren, además, que las secuencias genéticas no pueden ser la explicación completa. Por ejemplo, el gemelo idéntico de un hombre gay, a pesar de tener el mismo genoma, sólo tiene entre un 20% y un 50% de posibilidades de ser él mismo gay.
Por eso, algunos han sugerido que la epigenética -en lugar de la genética tradicional o además de ella- podría estar implicada. Durante el desarrollo, los cromosomas están sujetos a cambios químicos que no afectan a la secuencia de nucleótidos, pero que pueden activar o desactivar los genes; el ejemplo más conocido es la metilación, en la que un grupo metilo se une a regiones específicas del ADN. Estas «marcas electrónicas» pueden permanecer durante toda la vida, pero la mayoría se borran cuando se producen los óvulos y los espermatozoides, de modo que el feto comienza con una pizarra en blanco. Sin embargo, estudios recientes han demostrado que algunas marcas se transmiten a la siguiente generación.
En un artículo de 2012, Rice y sus colegas sugirieron que esas epi-marcas no borradas podrían conducir a la homosexualidad cuando se transmiten de padre a hija o de madre a hijo. En concreto, argumentaron que las marcas heredadas que influyen en la sensibilidad del feto a la testosterona en el vientre materno podrían «masculinizar» el cerebro de las niñas y «feminizar» el de los niños, dando lugar a la atracción por el mismo sexo.
Estas ideas inspiraron a Tuck Ngun, un postdoctorado en el laboratorio de Vilain, a estudiar los patrones de metilación en 140.000 regiones del ADN de 37 pares de gemelos idénticos varones que eran discordantes -lo que significa que uno era gay y el otro heterosexual- y 10 pares que eran ambos gay. Tras varias rondas de análisis -con la ayuda de un algoritmo de aprendizaje automático especialmente desarrollado- el equipo identificó cinco regiones del genoma en las que el patrón de metilación parece estar muy vinculado a la orientación sexual. Un gen es importante para la conducción nerviosa, mientras que otro se ha relacionado con las funciones inmunitarias.
Para comprobar la importancia de las cinco regiones, el equipo dividió las parejas de gemelos discordantes en dos grupos. Examinaron las asociaciones entre epígrafes específicos y la orientación sexual en un grupo, y luego comprobaron hasta qué punto esos resultados podían predecir la orientación sexual en el segundo grupo. Consiguieron alcanzar una precisión de casi el 70%, aunque la presentación aclara que -a diferencia de lo que sugería un provocador comunicado de prensa de la ASHG sobre el estudio- esta capacidad de predicción sólo se aplica a la muestra del estudio y no a la población en general.
No está claro por qué los gemelos idénticos acaban a veces con patrones de metilación diferentes. Si la hipótesis de Rice es correcta, las marcas de epi de sus madres podrían haberse borrado en uno de los hijos, pero no en el otro; o tal vez ninguno de los dos heredó ninguna marca, pero uno de ellos las recogió en el útero. En una revisión anterior, Ngun y Vilain citaron pruebas de que la metilación puede estar determinada por diferencias sutiles en el entorno que cada feto experimenta durante la gestación, como su ubicación exacta dentro del útero y la cantidad de suministro de sangre materna que recibe cada uno.
Estas influencias sutiles son «donde está la acción», dice el psicólogo J. Michael Bailey de la Universidad Northwestern en Evanston, Illinois. «Los gemelos discordantes comprenden la mejor manera de estudiar esto». Pero él y Rice advierten que el estudio debe ser replicado con más gemelos para ser totalmente creíble. Sergey Gavrilets, biólogo evolutivo de la Universidad de Tennessee, en Knoxville, y coautor del modelo epigenético de Rice, añade que el estudio también sería «más convincente» si el equipo pudiera relacionar las regiones que muestran diferencias epigenéticas con la sensibilidad a la testosterona en el útero.
El equipo de Vilain subraya que los hallazgos no deberían utilizarse para producir pruebas de homosexualidad o una «cura» equivocada. Bailey dice que no le preocupa ese mal uso. «No vamos a tener la posibilidad de manipular la orientación sexual en un futuro próximo», afirma. Y en cualquier caso, añade, «no deberíamos restringir la investigación sobre los orígenes de la orientación sexual en base a implicaciones hipotéticas o reales.
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