Komodo (isla)
On octubre 30, 2021 by adminLas primeras historias (entre los occidentales) sobre la existencia de un animal parecido a un dragón en la región circularon ampliamente y atrajeron una atención considerable. Pero ningún occidental visitó la isla para comprobar la historia hasta que, a principios de la década de 1910, se despertó el interés oficial por los relatos de marineros holandeses con base en Flores, en Nusa Tenggara Oriental, sobre una misteriosa criatura. La criatura era supuestamente un dragón que habitaba en una pequeña isla de las Islas Menores de la Sonda (cuya isla principal es Flores).
Los marineros holandeses informaron de que la criatura medía hasta siete metros (veintitrés pies) de longitud con un gran cuerpo y una boca que exhalaba fuego constantemente. Les quemó y por ello no pudieron continuar la investigación. Se creía entonces que la extraña criatura podía volar. Al oír los informes, el teniente Steyn van Hensbroek, funcionario de la administración colonial holandesa en Flores, planeó un viaje a la isla de Komodo para continuar la búsqueda él mismo. Se armó y, acompañado de un equipo de soldados, desembarcó en la isla. Al cabo de unos días, Hensbroek consiguió matar a uno de los lagartos para investigar.
Van Hensbroek llevó el dragón al cuartel general donde se tomaron medidas. Medía aproximadamente 2,1 metros (6,9 pies) de largo, con una forma muy similar a la de un lagarto. A continuación, Peter A. Ouwens, director del Museo Zoológico y Jardín Botánico de Bogor (Java), fotografió más ejemplares. Los registros que hizo Ouwens son la primera documentación fiable de detalles sobre lo que ahora se llama el dragón de Komodo (o monitor de Komodo).
Ouwens estaba ansioso por obtener muestras adicionales. Reclutó a cazadores que mataron a dos dragones que medían 3,1 metros y 3,35 metros, además de capturar a dos crías que medían menos de un metro cada una. Ouwens realizó estudios sobre las muestras y concluyó que el dragón de Komodo no era un lanzallamas, sino un tipo de lagarto monitor. Los resultados de la investigación se publicaron en 1912. Ouwens denominó al lagarto gigante Varanus komodoensis. Al darse cuenta de la importancia de los dragones de la isla de Komodo como especie en peligro de extinción, el gobierno holandés emitió un reglamento sobre la protección de los lagartos de la isla de Komodo en 1915.
En 1926, W. Douglas Burden, F.J. Defoisse y Emmett Reid Dunn recogieron especímenes para el Museo Americano de Historia Natural. El capítulo de Burden «The Komodo Dragon», en Look to the Wilderness, describe la expedición, el hábitat del dragón y su comportamiento.
El dragón de Komodo se convirtió en una especie de leyenda viviente. En las décadas transcurridas desde el descubrimiento del Komodo, varias expediciones científicas de diversos países han llevado a cabo investigaciones de campo sobre los dragones de la isla de Komodo.
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