hernia
On enero 8, 2022 by adminProlapso del núcleo pulposo de un disco intervertebral roto en el canal espinal. Esto suele dar lugar a una presión sobre un nervio espinal, lo que provoca un dolor lumbar que puede irradiarse a la pierna, una afección conocida como ciática. ilustración;
Cuidado del paciente
Se obtiene una historia de cualquier dolor lumbar unilateral que se irradia a las nalgas, las piernas y los pies. Casi todas las hernias se producen en la región lumbar y lumbosacra; el 8% en la región cervical y sólo del 1% al 2% en la región torácica. Cuando la hernia se produce tras un traumatismo, el paciente puede referir un dolor repentino, que cede en unos días, y luego un dolor ciático sordo en las nalgas que aumenta con la maniobra de Valsalva, al toser, estornudar o agacharse. El paciente también puede quejarse de espasmos musculares acompañados de dolor que cede con el reposo. El profesional de la salud inspecciona la capacidad limitada para inclinarse hacia delante, una postura que favorezca el lado afectado y una disminución de los reflejos tendinosos profundos en la extremidad inferior. En algunos pacientes, puede observarse debilidad y atrofia muscular. La palpación puede revelar sensibilidad en la región afectada. La evaluación de la tensión tisular puede revelar dolor radicular al levantar la pierna recta (con hernia lumbar) y aumento del dolor al mover el cuello (con hernia cervical). La evaluación minuciosa del estado vascular periférico del paciente, incluidos los pulsos tibial y dorsalis pedis posteriores y la temperatura de la piel de los brazos y las piernas, puede ayudar a descartar la enfermedad isquémica como causa del entumecimiento o el dolor de las piernas.
Se prepara al paciente para las pruebas diagnósticas explicándole todos los procedimientos y las sensaciones esperadas. Las pruebas pueden incluir estudios radiográficos de la columna vertebral (para mostrar los cambios degenerativos y descartar otras anomalías), mielografía (para precisar el nivel de la hernia), tomografía computarizada (para detectar anomalías óseas y de los tejidos blandos y posiblemente mostrar la compresión vertebral resultante de la hernia), resonancia magnética (para definir los tejidos en zonas que de otro modo quedarían ocultas por el hueso), electromiografía (para confirmar la afectación de los nervios midiendo la actividad eléctrica de los músculos inervados por los nervios afectados) y pruebas neuromusculares (para detectar la pérdida sensorial y motora, así como la debilidad muscular de las piernas).
El dolor y su tratamiento suelen ser elementos cruciales de la atención; se controlan los niveles de dolor, se administran los analgésicos prescritos, se enseña al paciente las medidas no invasivas de alivio del dolor (como la relajación, la estimulación nerviosa transcutánea, la distracción, la aplicación de calor o hielo, la tracción, las férulas o la posición), y se evalúa la respuesta del paciente al régimen de tratamiento. Durante el tratamiento conservador, se vigila el estado neurológico (especialmente en las primeras 2 ó 3 semanas tras el inicio del tratamiento) para detectar signos de deterioro, que pueden indicar la necesidad de cirugía. Se realizan evaluaciones neurovasculares de las extremidades afectadas y no afectadas del paciente (ambas piernas o ambos brazos) para comprobar el color, el movimiento, la temperatura, la sensibilidad y los pulsos. Se controlan las constantes vitales, se auscultan los ruidos intestinales y se inspecciona el abdomen en busca de distensión. Se explican al paciente el trastorno y las distintas opciones de tratamiento, entre las que se incluyen el reposo en cama y la tracción pélvica (o cervical), la aplicación de calor local, un programa de ejercicios diseñado por fisioterapia, el tratamiento farmacológico relajante muscular y antiinflamatorio, la inyección de fármacos anestésicos y esteroides locales, la acupuntura y la cirugía.
Se anima tanto al paciente como a su familia a expresar sus preocupaciones sobre el trastorno; se responde a las preguntas con sinceridad, y se ofrece apoyo y ánimo para ayudar al paciente y a su familia a hacer frente a la frustración de la movilidad reducida y a las molestias del dolor de espalda crónico. Se anima al paciente a realizar sus propios cuidados en la medida en que la inmovilidad y el dolor lo permitan, a tomar analgésicos antes de las actividades y a dejar un tiempo adecuado para realizar las actividades a un ritmo cómodo.
Se anima a caminar y a realizar estiramientos suaves como parte del ejercicio diario durante el tratamiento conservador. Si el paciente está restringido al reposo en cama (o en tracción), debe aumentar la ingesta de líquidos y utilizar la espirometría de incentivo para evitar complicaciones pulmonares. Se proporcionan cuidados de la piel y una bacinilla para fracturas si al paciente no se le permiten privilegios de baño o inodoro.
Para los pacientes que requieren cirugía, se prepara al paciente física y psicológicamente para el procedimiento específico (laminectomía, fusión espinal, microdiscectomía) y el régimen de cuidados postoperatorios, y se obtiene el consentimiento informado. El paciente puede donar sangre antes de la cirugía para una autotransfusión posterior, según sea necesario.
Cuidados postoperatorios: Se aplica el reposo en cama durante el período prescrito, se controla el sistema de drenaje de sangre en uso y se documenta la cantidad y el color del drenaje. Debe informarse de cualquier humedad incolora o drenaje excesivo; lo primero puede indicar una fuga de líquido cefalorraquídeo. Se utiliza una técnica de giro de tronco para girar al paciente de lado a lado, y se le enseña a girar de esta manera cuando se mueve o se levanta de la cama en casa. Los analgésicos se administran según lo prescrito, especialmente 30 minutos antes de los primeros intentos de movilización. El profesional sanitario ayuda al paciente en la movilización prescrita. Dependiendo de la cirugía requerida, el paciente puede requerir un corsé para la espalda (ajustado individualmente) durante un período de tiempo después de la cirugía, y éste se ajusta cuidadosamente y se enseña al paciente sobre su uso.
Antes del alta, se revisa con el paciente la mecánica corporal adecuada: doblar las rodillas y las caderas (nunca la cintura), mantenerse erguido y llevar objetos cerca del cuerpo. Se aconseja al paciente que se acueste cuando esté cansado y que duerma de lado o boca arriba (nunca sobre el abdomen) en un colchón extrafuerte o en una tabla de cama. Se revisan todos los medicamentos prescritos, incluidos los horarios de las dosis, las acciones deseadas y las reacciones adversas que deben notificarse. Puede ser necesario derivar al paciente a la asistencia sanitaria a domicilio o a la fisioterapia/terapia ocupacional para ayudarle a realizar las actividades de la vida diaria.
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