Francis Bacon
On noviembre 13, 2021 by adminConocido como el padre del empirismo, a Sir Francis Bacon se le atribuye el establecimiento y la popularización del «método científico» de investigación de los fenómenos naturales. En marcado contraste con el razonamiento deductivo, que había dominado la ciencia desde los tiempos de Aristóteles, Bacon introdujo la metodología inductiva: probar y refinar las hipótesis mediante la observación, la medición y la experimentación. Un aristotélico podría deducir lógicamente que el agua es necesaria para la vida argumentando que su falta provoca la muerte. ¿No son los desiertos áridos y sin vida? Pero eso es realmente una conjetura, limitada a la experiencia subjetiva del observador y no basada en ningún hecho objetivo recogido sobre lo observado. Un baconiano querría poner a prueba la hipótesis experimentando con la privación de agua en diferentes condiciones, utilizando diversas formas de vida. Los resultados de esos experimentos llevarían a conclusiones más exactas, y esclarecedoras, sobre la dependencia de la vida del agua.
A lo largo de su vida, Bacon vivió mayormente en la pendiente del éxito pero por encima de sus posibilidades. Ingresó en el Trinity College de Cambridge a la edad de doce años, viajó por el continente, escribió importantes e influyentes tratados filosóficos y ensayos sobre la reforma del aprendizaje y la reclasificación del conocimiento, sirvió en el Parlamento, consiguió nombramientos políticos de la reina Isabel y del rey Jacobo I, fue nombrado caballero en 1603, y se convirtió en fiscal general en 1613 y en lord canciller en 1618. Sin embargo, siempre endeudado, Bacon perdió finalmente el favor en 1621: fue declarado culpable de corrupción, fuertemente multado y condenado a la Torre de Londres (pero estuvo encarcelado sólo unos días). En el plano personal, fue rechazado por un hombre más rico por la mujer que amaba, y finalmente se casó con una joven de catorce años cuando tenía cuarenta y cinco. Su matrimonio fue díscolo y agrio, y la desheredó en su testamento.
Después del vergonzoso final de su vida pública, Bacon se dedicó más plenamente al estudio y a la escritura. Entre sus últimas obras se encuentra una breve pieza de ciencia ficción, Nueva Atlántida: una obra inacabada (publicada en latín, 1624; póstumamente en inglés, 1627), en la que imaginó una sociedad utópica que encarnaba sus aspiraciones para la humanidad. El escenario es una isla llamada Bensalem, descubierta por un barco europeo que se pierde en el Pacífico al oeste de Perú. La pieza central de la sociedad modelo es una universidad patrocinada por el Estado, la «Casa de Salomón», instituida «para la interpretación de la naturaleza y la producción de grandes y maravillosas obras en beneficio de los hombres». Entre sus logros se encuentran nuevos alimentos e hilos para la ropa, minerales y cementos artificiales, germinación acelerada de semillas, instrumentos de destrucción mejorados (las sociedades ideales nunca son seguras), cámaras donde se curan las enfermedades y la creación de especies nuevas y beneficiosas. Como es de esperar en un mundo baconiano, en la isla se realizan muchos experimentos y, lo que es más importante, la aplicación práctica de los conocimientos adquiridos. {Para los mapas utópicos, véase la sección Utopía de Mapas Temáticos.]
Irónicamente, pero quizás no de forma sorprendente, Bacon murió de neumonía mientras experimentaba con la nieve como forma de conservar la carne. Las deudas de su patrimonio eran considerables.
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