Estilos de crianza y resultados de los niños
On septiembre 30, 2021 by adminLa psicóloga estadounidense Diana Baumrind realizó algunas de las investigaciones más conocidas sobre los estilos de crianza. Baumrind y muchos investigadores posteriores se centraron en dos aspectos importantes de la crianza: la capacidad de respuesta y la exigencia. Según su trabajo, los padres con un alto grado de receptividad están en sintonía y son sensibles a las señales de sus hijos. La receptividad también incluye la calidez, la reciprocidad, la comunicación clara y el apego. Los padres con un alto grado de exigencia controlan a sus hijos, establecen límites, hacen cumplir las normas, utilizan una disciplina consistente y contingente y exigen madurez. En conjunto, estas dos dimensiones crean cuatro estilos de crianza: autoritario (alta exigencia, alta capacidad de respuesta), autoritario (alta exigencia, baja capacidad de respuesta), rechazante o negligente (baja exigencia, baja capacidad de respuesta), y permisivo o indulgente (baja exigencia, alta capacidad de respuesta).
Los niños que tienen padres autoritarios tienden a mostrar los mejores resultados (por ejemplo, éxito escolar, buenas habilidades con los compañeros, alta autoestima). Esto es generalmente cierto en todas las edades, etnias, estratos sociales y muchas culturas. Por el contrario, los niños que tienen padres rechazantes o negligentes tienden a mostrar los peores resultados (por ejemplo, delincuencia, consumo de drogas, problemas con los compañeros y en la escuela).
En la década de 1980, el psicólogo estadounidense John Gottman comenzó a investigar las interacciones entre padres e hijos. Identificó cuatro estilos de crianza centrándose en cómo los padres manejaban los estados emocionales de sus hijos, especialmente las emociones negativas, como la angustia y la ira. El progenitor despectivo no tiene en cuenta las emociones del niño, puede desentenderse de él o ridiculizarlo, y quiere que las emociones negativas desaparezcan rápidamente. El padre desaprobador es similar al padre desestimador, pero es más crítico con las emociones del niño y puede castigarlo. Ambos estilos están relacionados con niños que tienen dificultades para confiar, comprender y regular sus emociones. Por el contrario, el padre laissez-faire acepta libremente los estados emocionales del niño y puede ofrecerle consuelo, pero proporciona poca orientación para ayudar al niño emocional a resolver sus problemas. Los niños con padres laissez-faire tienen dificultades para regular sus emociones, llegando, por ejemplo, a sentirse abrumados por los estados emocionales. Por último, el entrenador emocional acepta y es sensible a un niño emocional, respeta las emociones del niño sin decirle cómo debe sentirse, y ve los momentos emocionales como oportunidades para una crianza nutritiva y para enseñar a resolver problemas. No es de extrañar que los hijos de los entrenadores emocionales obtengan los mejores resultados: aprenden a confiar y regular sus emociones y a resolver problemas. Al ser inteligentes emocionalmente, se llevan mejor con sus compañeros y tienen una mayor autoestima.
Un tercer enfoque de la crianza proviene de la teoría del apego, una de las teorías más influyentes del desarrollo social y emocional. El psicólogo clínico británico John Bowlby, considerado generalmente como el padre de la teoría del apego, afirmó que los niños desarrollan profundos vínculos emocionales (apegos) con cuidadores importantes durante los primeros años de vida. Estas relaciones de apego, que en su día fueron esenciales para la supervivencia, constituyen la base del sentido emergente del niño y de su estilo de relación.
Los niños con apego seguro tienen padres que son sensibles y responden a las necesidades del niño relacionadas con el apego (por ejemplo, abrazando al niño angustiado) pero que también apoyan la autonomía del niño, mientras que los niños con apego ansioso tienen padres que son menos sensibles, que pueden rechazar las necesidades de intimidad y apego del niño, o que frustran la autonomía en desarrollo del niño. Los niños seguros son los que obtienen mejores resultados en prácticamente todas las áreas del desarrollo. Por ejemplo, tienen una mayor autoestima y se llevan mejor con otras personas, incluidos los compañeros y los profesores; son más persistentes en tareas cognitivas como la resolución de problemas y saben cómo y cuándo buscar ayuda. En la edad adulta, las personas que se sienten seguras en cuestiones de apego tienen más probabilidades de proporcionar una base segura a sus propios hijos.
Tomados en conjunto, estos diversos enfoques revelan cosas importantes sobre la crianza óptima. No es de extrañar que los niños parezcan estar mejor cuando los padres son cálidos y comprometidos, son sensibles y responden a las necesidades de los niños, y ayudan a los niños a entender y afrontar eficazmente sus emociones. También es importante que los padres supervisen a sus hijos, mantengan expectativas adecuadas a su edad, establezcan y apliquen límites razonables, utilicen una disciplina coherente y apoyen el desarrollo de una autonomía saludable.
Al pensar en los estilos de crianza, es importante recordar que otros factores, como el temperamento del niño, el sexo y el contexto social, interactúan con la crianza. Por ejemplo, los niños criados en entornos peligrosos pueden beneficiarse de una mayor restricción por parte de sus padres. Además, ciertas características de un niño (por ejemplo, la reactividad o la rebeldía) pueden provocar ciertas respuestas de los padres (por ejemplo, un control más estricto).
Deja una respuesta