El pecado y la salvación
On octubre 29, 2021 by adminLos presbiterianos creen en la Biblia cuando dice que «todos pecaron y están destituidos de la gloria de Dios» (Romanos 3:23). A diferencia del crimen, que implica la violación de la ley humana, el pecado es una condición del corazón o una expresión de esa condición en la que estamos alejados de Dios y no confiamos en él. El pecado se expresa en actos particulares. La «Breve Declaración de Fe» de la Iglesia Presbiteriana (EE.UU.) dice:
Pero nos rebelamos contra Dios; nos escondemos de nuestro Creador.
Ignorando los mandamientos de Dios,
violamos la imagen de Dios en los demás y en nosotros mismos,
aceptamos las mentiras como verdad,
explotamos al prójimo y a la naturaleza,
y amenazamos de muerte al planeta confiado a nuestro cuidado.
Merecemos la condena de Dios.
-líneas 33-39
Sin embargo, Dios actúa con justicia y misericordia para redimir la creación.
Amándonos todavía,
Dios nos hace herederos con Cristo de la alianza.
Como una madre que no abandona a su hijo lactante,
como un padre que corre a acoger al pródigo en casa,
Dios sigue siendo fiel.
-líneas 40, 47-51
Dios siempre ha sido fiel al pueblo de Israel y a la iglesia. Los presbiterianos creen que Dios nos ha ofrecido la salvación debido a la naturaleza amorosa de Dios. No es un derecho o un privilegio que se gana siendo «lo suficientemente bueno». Ninguno de nosotros es lo suficientemente bueno por sí mismo – todos dependemos de la bondad y la misericordia de Dios. Desde el más bondadoso y devoto asistente a la iglesia hasta el más descarado pecador, todos somos salvados únicamente por la gracia de Dios.
Por el mayor amor y compasión posibles, Dios nos alcanzó y redimió por medio de Jesucristo, el único que estuvo siempre sin pecado. A través de la muerte y resurrección de Jesús, Dios triunfó sobre el pecado.
Los presbiterianos creen que es a través de la acción de Dios que actúa en nosotros que nos damos cuenta de nuestra pecaminosidad y de nuestra necesidad de la misericordia y el perdón de Dios. Al igual que un padre se apresura a acoger a un hijo descarriado que se ha arrepentido de su rebeldía, Dios está dispuesto a perdonar nuestros pecados si los confesamos y pedimos perdón en el nombre de Cristo.
Dios envió además al Espíritu Santo para que fuera nuestro compañero, consejero y guía para vivir una vida de servicio a Dios.
El Espíritu nos justifica por la gracia a través de la fe,
nos libera para aceptarnos a nosotros mismos y para amar a Dios y al prójimo,
y nos une a todos los creyentes
en el único cuerpo de Cristo, la Iglesia.
– «Breve declaración de fe», líneas 54-57
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