Ataque de castor

Un ataque de castor es un ataque a un humano o mascota doméstica por parte de un castor. Los ataques de castores son relativamente infrecuentes, pero cada vez se denuncian con más frecuencia, ya que es más habitual que los humanos entren y perturben el hábitat natural de estos animales.

Se sabe que los castores son extremadamente agresivos a la hora de defender su territorio contra una supuesta invasión. Pueden atacar a los humanos cuando están infectados por la rabia, y «también pueden desorientarse durante el día y atacar por miedo». Se han registrado ataques en tierra y en el agua tanto en los castores euroasiáticos como en los norteamericanos. Los afilados dientes delanteros característicos de ambas especies suponen un peligro especial, ya que son lo suficientemente largos como para atravesar las extremidades y provocar importantes hemorragias.

Se sabe que al menos un ataque de un castor a un ser humano ha sido mortal: un pescador de 60 años en Bielorrusia murió en 2013 después de que un castor le mordiera una arteria de la pierna. Los medios de comunicación describieron el incidente como «el último de una serie de ataques de castores a seres humanos en el país», donde una creciente población de castores ha provocado un aumento de las interacciones agresivas con las personas. Sin embargo, otros criticaron a la víctima, señalando que probablemente provocó el ataque cuando agarró al castor para intentar hacerse una foto con él.

Entre los ataques no mortales a seres humanos se incluyen: un ataque a un buceador de agua salada en la costa de Nueva Escocia, que fue inusual dado que los castores suelen limitarse al agua dulce; la mutilación de una anciana en Virginia por parte de un castor rabioso; un ataque a un líder de los Boy Scouts en Pensilvania, tras el cual los miembros de la tropa de los Scouts mataron al animal rabioso a pedradas; y un ataque a un hombre que nadaba en el río Dobra, Croacia.

Los ataques de los castores también pueden ser mortales para los animales domésticos. Un perro murió durante una operación tras ser mordido por un castor en 2010 en el lago de la Universidad, en Alaska, donde se registraron varios ataques no provocados contra animales domésticos. Un husky murió por el ataque de un castor en Alberta, que también ha sufrido varios ataques no mortales.